La Guardia Civil ha detenido a los padres de un bebé de poco más de un mes, que falleció este domingo desangrado tras realizarle una circuncisión clandestina en el municipio almeriense de Roquetas de Mar. También ha sido detenido el hombre que le practicó la intervención sin disponer de cualificación profesional para ello.
El falso médico -un curandero- operó ilegalmente al niño en un domicilio particular a instancias de los padres del menor fallecido, originarios de Mali, un país centro africano donde este ritual es una práctica habitual.
El bebé fue intervenido quirúrgicamente en la habitación de una vivienda sin la higiene y los medios necesarios para realizarla con seguridad, según han confirmado a EL MUNDO fuentes cercanas a la investigación.
Tras la intervención y como consecuencia de las lesiones que ésta le provocó, el menor sufrió una grave hemorragia y sus padres, ante la imposibilidad de pararla, optaron por trasladarlo al centro médico más cercano, si bien cuando llegaron al centro de salud de esta localidad del Poniente almeriense ya era demasiado tarde y poco se pudo hacer por el malherido niño.
El estado en el que se encontraba el pequeño, que había perdido mucha sangre, era muy crítico y los sanitarios que lo atendieron no pudieron hacer nada por salvar su vida. Falleció a los pocos minutos de ingresar en el centro médico, según ha adelantado este martes el Diario de Almería.
Las circunstancias en las que había llegado al centro de salud el bebé y su posterior fallecimiento han dado lugar a la activación del protocolo judicial correspondiente y así, mientras el cadáver del recién nacido se trasladaba al Instituto de Medicina Legal de Almería para que se le practicase la autopsia, la Guardia Civil se hacía cargo de la investigación.
Ya este mismo lunes, agentes del Instituto Armado han procedido a realizar el registro de la vivienda en la que se habría practicado la circuncisión ilegal del bebé que acabó desangrado y muerto.
La circuncisión es una operación quirúrgica que consiste en extirpar el prepucio -la piel que cubre la punta del pene- y que reduce el riesgo de infecciones en el tracto urinario de los niños o de transmitir el VIH entre los adultos.
Es una intervención recomendada en muchas ocasiones y, aunque no está exenta de riesgos, es muy segura si se realiza en las condiciones adecuadas, explican expertos. Se suele realizar con anestesia local y dura entre 20 y 30 minutos.
En muchos países africanos es una práctica frecuente, pero se realiza por curanderos, chamanes o mutiladores que carecen de titulación médica y en condiciones de salubridad e higiene ínfimas, lo que pone en grave peligro la salud del varón circuncidado.
