La Tragedia de la Dana: Un Sentimiento de Desamparo en Valencia

No han estado mal los académicos de la RAE apresurándose a validar ‘dana’ (Depresión Aislada en Niveles Altos) para su ingreso en el diccionario. Sin embargo, ahora sería oportuno recordar la definición de ‘desamparo’, porque ese es el sentimiento de miles de valencianos, casi dos meses después de «la riuà».
Un ambiente de frustración se palpa en las calles, donde se aprecia un cabreo infinito —setenta mil firmas en el Congreso, desplante a Mazón en el funeral de las víctimas— por el intento de disimular las negligencias que provocaron decenas de muertes. Las instituciones, a lo largo de este tiempo, han dejado a muchos sentirse abandonados.
El voluntariado civil ha sido clave en este proceso, movilizando a ciudadanos, músicos, actores y chefs que han aligerado el desánimo de los damnificados. Muchos se sienten desamparados, especialmente en Paiporta, donde el paisaje evoca un escenario de guerra con casas destruidas y calles polvorientas. Menos mal que los niños han vuelto al cole.
En Catarroja, tres libreras a las que el agua se lo arrebató todo están listas para resucitar su negocio, impulsadas por su coraje, aunque las ayudas aún tardan en llegar. Nos lo contaron en una calle céntrica, casi a oscuras, con el ruido de camiones y excavadoras retirando escombros.
Mientras tanto, en Alfafar, un propietario de un centro comercial que fue refugio de centenares de personas la noche de la tragedia resaltó que «aquí no vino nadie entonces. Y ahora tampoco parece que nadie esté al mando».
La Virgen de los Desamparados es la patrona de Valencia, pero en estos momentos, muchos piden un poco de milagros para los pueblos vecinos, ya que parece que con los recursos terrenales no logran acceder a la ayuda necesaria.

