
Eduard Cortés, reconocido director de series como Ni una Más y Merlí, enfrenta graves acusaciones de acoso sexual por parte de 27 mujeres. La situación ha sido ampliamente documentada por el diario El País, que ha recopilado testimonios de diversas profesionales del sector.
Las denuncias se centran en intercambios en los que Cortés, de 60 años, supuestamente ofrecía empleo a cambio de imágenes sexuales y otros actos que comprometían la integridad de las denunciantes. Según las mujeres, que en su mayoría tienen entre 20 y 30 años, estos contactos se iniciaron a través de redes sociales como Facebook e Instagram, y algunas de ellas eran menores al momento de los hechos.
Una de las primeras denunciantes fue la fotógrafa Sylvia Grav, quien hizo público su testimonio en octubre, desatando una serie de adhesiones y otras declaraciones similares. En total, 27 mujeres de lugares como Madrid, Barcelona y otras ciudades internacionales han compartido sus experiencias, lo que ha llevado a al menos 15 de ellas a iniciar trámites legales.
Las Reacciones de Eduard Cortés
En contacto con El País, Cortés ha comentado: «Lo único que puedo decir es que durante años contacté con muchas personas para mi proyecto ‘Ingrid’, vinculado a las redes sociales». Al respecto de las acusaciones, manifestó que las interacciones eran «dentro de lo hipotético» y que «nunca fueron propuestas explícitas».
El director también explicó que las conversaciones surgían como parte de dinámicas entre adultos. «El resto pertenece al ámbito íntimo y personal», concluyó.
Un panorama complicado para las denunciantes
El escándalo ha puesto de manifiesto la necesidad de un cambio en la industria audiovisual. Las acusaciones de acoso no son nuevas y han llevado a la Academia de Cine Catalán a abrir una investigación, aunque el proceso se ha encontrado con obstáculos, incluida la renuncia de Cortés a la institución.
Numerosos testimonios siguen saliendo a la luz, y muchas víctimas comparten sus historias, revelando un patrón de comportamiento que podría a ser más común de lo que se pensaba en la industria.
Como sociedad, es crucial escuchar y apoyar a las víctimas, promoviendo espacios seguros tanto en el trabajo como en todos los aspectos de la vida social.

